miércoles, 27 de mayo de 2009

A media semana

Una crisis general y prolongada


En un momento como el actual, no es de extrañar que haya para quienes la muerte violenta de tres personas sea la gota que rebalsó el vaso, y vehementemente exijan justicia. A estos grupos no les importan los 15 o 20 asesinatos que a diario se comenten en el país, los altos índices de mortalidad materno infantil, por desnutrición, hambre y a causa de enfermedades fácilmente prevenibles y curables.

No son éstos los únicos indicadores de una crisis general y prolongada no resuelta (1954 – 2009). Son, apenas, algunas de sus manifestaciones de las que unas se ignoran o se reconocen por conveniencia u oportunismo y, sólo una, la primera, indigna a los que estos dos últimos domingos se han manifestado contra el Gobierno en la plaza Italia del Centro Cívico.

A los jóvenes de tres universidades privadas (Marroquín, Landívar y Del Valle) y algunos de la San Carlos, junto a adultos mayores, profesionales y empresarios se les motiva con consignas carentes de sentido y coreadas sospechosamente: “Guatemala quiere justicia”, “Los héroes no se lloran… se imitan”, “Basta ya!!!”, “No quiero sentir miedo de pedir justicia”. Estos jóvenes, por supuesto, no habían nacido en 1954 ni en 1956 o en 1962 ni en 1970 y sí, probablemente, a partir de 1980 o de 1986.

Si así es, lo más seguro es que sus padres o sus abuelos nada les hayan referido de los aciagos momentos de nuestra historia reciente y, menos, que hayan tenido tiempo de estudiar lo sucedido en estos 55 años. En consecuencia, puede que nada sepan de dónde radica y en qué consiste la causa principal de lo que está sucediendo ahora, su desencadenamiento y desarrollo, y que tampoco entienden a quién corresponde la responsabilidad principal. Además, lo más probable es que menosprecien, desconozcan o ignoren los esfuerzos hechos por tratar de superar exitosamente el estado actual de cosas y lograr que Guatemala no sea lo que es hoy.

Lo que predomina actualmente es la confusión y desorientación. Esta desorientación y confusión, lo mismo reúne, agita y moviliza a quienes están contra el Gobierno que a quienes dicen apoyarlo. Lo que no se dice pero sí se sabe es lo que está detrás de las manifestaciones pidiendo la renuncia del gobernante, los poderosos intereses en juego y a quienes es a los que más interesa la desestabilización institucional.

Quienes dicen apoyar al gobernante, por su parte, son víctimas de engaño o amenazas o chantaje o lo hacen en agradecimiento a lo que paternalistamente se les ofrece y da.

Lo que debería indignar a sus agremiados es que la dirigencia de la Unidad de Acción Sindical y Popular (UASP), y la de los maestros jefeados por un líder comprometido con el oficialismo, no tengan claro que la formalidad institucional no se defiende solapando la corrupción, la impunidad, el tráfico de influencias, el nepotismo, el asistencialismo electorero continuista y la ineptitud de quienes tienen a cargo el manejo de la cosa publica. Cuando los intereses personales se anteponen a los de los sindicalizados se es propenso a dar esos bandazos y amarrarse a una causa ajena a la de las bases.

Resulta inaceptable, pero no sorprende, también, que la dirección de una expresión de la atomizada y dispersa izquierda guatemalteca apoye al gobierno, y vea que es así como contribuye a desbaratar la conspiración y amenazas de golpe de Estado o la defenestración del mandatario. Con esta posición, confunde y desorienta a sus cada vez menos seguidores. Lo mismo sucede con quienes son de la opinión que si el mandatario fuera realmente socialdemócrata, contaría con más apoyo y respaldo popular y social.

Unos y otros se equivocan de medio a medio. Los primeros, por compromisos tácitos o expresos y los segundos porque ignoran o no tienen en cuenta que la socialdemocracia es una fuerza que trata de interceptar o mediatizar la lucha revolucionaria y mantener a flote el sistema.

En una situación así, lo correcto e inequívoco es: 1) guardar distancia de quienes están contra el gobierno y tratan de botarlo y de quienes dicen defenderlo y apoyarlo; 2) trabajar a favor de la articulación de una alternativa popular, democrática y progresista que, con entera independencia, marque el punto de partida del más amplio e incluyente proceso de acumulación de fuerzas para la toma del poder político; y, 3) darle paso a los cambios que el país necesita a partir de lo convenido en los Acuerdos de Paz, en tanto vía legítima e institucional para resolver de una vez por todas la ya tan prolongada crisis general, en interés del país y nuestro pueblo, el progreso y desarrollo, la independencia y soberanía nacional.



Diario La Hora, Guatemala,
27 de mayo de 2009,
RRR \ cgs

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