miércoles, 13 de mayo de 2009

A media semana

¿Qué más podría suceder?


El 14 de abril, al medio día, fueron asesinados por un grupo de desconocidos el empresario del sector textil y de origen libanés, señor Khalil Musa, y su hija, señora Marjorie Musa. La Fiscalía encargada del caso, según se informó ayer, busca a los autores materiales de este doble crimen.

Este domingo 10, otro grupo de desconocidos asesinó al abogado Rodrigo Rosenberg. Hasta el lunes no parecía (a nivel público, al menos) que ambos hechos tuvieran alguna relación. Sin embargo, a partir de lo que se dio a conocer ayer, es posible decir que no sólo hay una relación directa sino que le da un vuelco inesperado a la situación. Las consecuencias, son impredecibles.

El vuelco inesperado y las consecuencias impredecibles se deben al contenido de un video que empezó a circular la tarde del lunes y que se hizo público el martes. Según lo que se informa, el video en cuestión fue grabado por el licenciado Rosenberg el jueves de la semana pasada, es decir, dos días antes de su asesinato.

Para el editorialista de Prensa Libre de ayer, “La acusación hecha pública […] por una grabación filmada por el abogado Rodrigo Rosenberg Marzano, horas antes de ser asesinado, creó la más grave crisis política de la actual democracia del país, porque nunca antes un presidente de la República electo de manera libre había sido señalado de participar de forma directa o indirecta en un asesinato”.

El día de ayer, las noticias difundidas por Emisoras Unidas eran de suyo inquietantes. Esta vez, Radio Sonora guardó (para decirlo de algún modo) un sospechoso silencio. A la población la alarmó el vuelo constante de aviones y helicópteros sobre la ciudad capital y la movilización de simpatizantes del gobierno que airadamente dijeron estar dispuestos a defender a su presidente hasta las últimas consecuencias.

Se estuvo informando, además, sobre una manifestación de empresarios y de familiares y amigos del abogado asesinado que en la Plaza de la Constitución y frente a la Casa Presidencial exigían el esclarecimiento del crimen y, en algunos casos, la renuncia del gobernante. El dirigente principal del Partido Patriota, PP, demandó la separación del cargo del mandatario en tanto se investigan los hechos denunciados. El gobernante, por su parte, cuestionó la validez de lo denunciado en el video y aseguró apoyar las diligencias para esclarecer tan delicado y grave caso.

Cuando las cosas llegan al punto en que estaban ayer, es obligado preguntarse si después de la tensión que se vivió aquél aciago martes 24 de marzo podría ocurrir algo más grave. La respuesta es que en nuestro país la realidad supera a la ficción y no hay imaginario humano capaz de abarcar todo lo que en política pueda ocurrir.

Lo característico de estos últimos 50 días es el agravamiento de la crisis de institucionalidad y gobernabilidad que afecta a los tres Poderes del Estado y al conjunto de sus instituciones y dependencias. Puede decirse, entonces, que se está ante una generalizada crisis de gobernabilidad e institucionalidad y que pareciera estarse a punto de desembocar en una situación como la que se dio durante el autogolpe de Estado de Serrano Elías (mayo de 1963) o a lo ocurrido durante el jueves negro y el viernes de luto (julio de 2003). En ambos casos, en las condiciones y situación concreta de un momento como el actual.

Claro que si no se trata de llegar al fondo de la crisis, lo más fácil es seguir atribuyéndola a una conspiración o a un complot o a las maquinaciones o maquiavelismo de los opositores al gobierno, sin identificarlos ni dar nombres. La vista habría que dirigirla en otra dirección y no caer en el simplismo de ver sólo lo que son algunas de las manifestaciones de la crisis, ignorar sus verdaderas causas y dejar de lado lo que se está dando en las interioridades del poder político, sus contradicciones no resueltas, los conflictos de intereses en pugna y el tráfico de influencias, el nepotismo y la impunidad.

No pienso que en estos 23 años de mal llamada apertura política o democrática, la situación del país haya llegado al extremo de precariedad y vulnerabilidad como en el que actualmente se está.

Dicho lo anterior, cabe preguntarse a quién beneficia y a quién perjudica una situación como la descrita y si todavía es posible mantener a flote una institucionalidad a punto de colapsar así como que --si en ese complicado y delicado marco-- se va a poder esclarecer el entramado de los hechos denunciados en el video grabado por el licenciado Rosenberg días antes de ser asesinado y cuyas amenazas de silenciarlo eran del conocimiento, al menos, de quien lo grabó y quien recibió el encargo de darlo a conocer por si algo le pasaba.




Diario La Hora, Guatemala
13 de mayo de 2009,
RRR \ cgs

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