viernes, 3 de abril de 2009

2008: Año de la recesión

La experiencia enseña,
y la historia ilustra



Las cuestiones fundamentales de la lucha revolucionaria se plantean, elaboran y resuelven, son válidas, efectivas, correctas y objetivamente concebidas si corresponden a un análisis objetivo de la situación y realidad imperante y se traducen en una práctica igualmente válida, efectiva y correctamente concretada. Sin teoría revolucionaria, insistía Lenin, no puede haber práctica revolucionaria.

Las elaboraciones teóricas no se pueden sistematizar en abstracto y al margen de la práctica. Las elaboraciones teóricas son el fundamento, la guía, orientación y dirección que se concreta en la práctica. La teoría se enriquece, desarrolla, mejora y se corrige en la práctica y en la práctica se constatan los avances, progresos, aciertos, éxitos y victorias, los retrocesos, rezagos, desfases, fallas, errores, limitaciones y equivocaciones.

La cuestión cardinal de la lucha revolucionaria -y podría decirse lo importante, decisivo y fundamental- es su unidad. Para alcanzarla, lograr que se amplíe, fortalezca, afiance y consolide se necesita voluntad y decisión además de consecuencia y lealtad, flexibilidad y amplitud así como asumir que no todas las fuerzas, agrupamientos, tendencias y corrientes de izquierda piensan y actúan de igual manera y que las diferencias que se puedan dar -y que de hecho se dan- no deben ser lo determinante para no coincidir en el objetivo estratégico y la vía a seguir para alcanzarlo.

La unidad es un proceso en constante desarrollo y, además de complejo, complicado y difícil, tiene sus alzas y bajas, tropiezos, avances, retrocesos, rupturas, escisiones, fraccionalismo y divisiones.

A la izquierda le hacen daño, afectan, distraen y dividen las distintas tendencias y corrientes socialdemócratas que a lo largo de la historia y en todas partes del mundo han tenido y seguirán teniendo como objetivo interceptar los procesos revolucionarios, y desviarlos de su gran tarea histórica de hacer posible -a partir de la toma del poder político- las transformaciones profundas, de fondo. Además, tratan de atraer y llevar por el camino del reformismo, la “modernización” y dispersión a aquellas fuerzas, movimientos, agrupamientos y personalidades políticamente vacilantes, inconsistentes e inestables.

Para el caso de nuestro país, nunca como ahora tienen tanta vigencia y actualidad las palabras del Comandante Ernesto Che Guevara al afirmar que el deber de todo revolucionario es hacer la revolución.

Si a estas alturas de la lucha no se tiene claro en que consiste el qué hacer revolucionario y por dónde empezar, ello supone, primero, menospreciar las experiencias y enseñanzas, al menos, de los últimos 64 años de lucha de nuestro pueblo; y, segundo, pensar que se puede seguir jugando a hacer la revolución, empezar de cero, dar el salto al vacío y distraer la atención de lo que son los verdaderos y reales objetivos tácticos y estratégicos de la lucha revolucionaria.

La lucha revolucionaria se libra exitosamente si se apoya en una organización graníticamente unida que dota a quien milita de una definición e identidad ideológica y política y sentido de pertenencia orgánica. Es en la organización en donde se le capacita, educa y forma para que haga suya y luche a favor del Programa de la Revolución cuya base se sustenta en el análisis, interpretación y explicación objetiva de la realidad, el entorno internacional, sus antecedentes y el probable desarrollo y desenvolvimiento de los acontecimientos, así como en el objetivo estratégico a alcanzar, la vía y las formas de lucha y de organización, y la política de unidad y alianzas que, entre otros y en su conjunto, constituyen los componentes principales de la táctica y la estrategia de la revolución.

Luego que Marx y Engels publicaran el Manifiesto Comunista en 1848, el proletariado mundial dispuso de una línea de acción revolucionaria y de una fuerza para la lucha por su emancipación del yugo de la explotación y opresión capitalista.

Las sucesivas elaboraciones de Lenin y la difusión del marxismo en Rusia, hicieron posible que a partir de 1898 la clase obrera rusa contara con un partido revolucionario de nuevo tipo, el Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia (POSDR), unos Estatutos y un Programa, y pasara a constituirse en el destacamento organizado y fuerza dirigente de la Revolución y la victoria de los bolcheviques de 1917.

El pensamiento y lucha de Martí, el Asalto al Cuartel Moncada y el alegato La Historia me Absolverá pronunciado por el entonces joven abogado Fidel Castro Ruz, constituyen los antecedentes históricos y fundamentos revolucionarios de la lucha del pueblo cubano, de la fuerza organizada para librarla y del Programa de la Revolución. Es por ello y otros factores más, que es posible el desembarco del Granma, la lucha armada en la Sierra Maestra, la resistencia clandestina en las ciudades, la victoria revolucionaria del 1 de enero de 1959 y las conquistas y logros en 50 años de Revolución Socialista.

Es, en buena parte y a grandes rasgos, lo que la experiencia enseña y la historia ilustra.


Diario La Hora,
29 de octubre de 2008,
Ó RRR \ cgs

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