miércoles, 4 de noviembre de 2015

A media semana

Lo que le ocurrió a los Mets
le puede pasar a quien empieza mal



En días como el de Todos los Santos y el de los Santos Difuntos el recuerdo de quienes ya no están con nosotros se renova y acrecienta; es de lo más inspirador lo que se puede hacer en su memoria y --como si estuvieran entre nosotros y con nosotros-- compartir algo de lo que está sucediendo o pudiera suceder.

Esta vez, con mi hermano Carlos, hubiéramos conversado acerca de que cuando un equipo está mal dirigido y se cometen errores imperdonables o sus integrantes no se conducen con entusiasmo y decisión de hacer las cosas bien, lo más seguro es que algo salga mal, aunque se cuente con el apoyo y entusiasmo de partidarios y de quienes sin haberlo sido optan por secundarlos con la esperanza de que cada uno y en conjunto cumplan lo que tienen a su cargo. Lo cierto es que no siempre las cosas terminan como se quisiera.

No se vaya usted a imaginar o a pensar, estimado lector, que pudiéramos haber estado refiriéndonos a los "equipos" de gobierno de los últimos 30 años o, más concretamente, al "equipo" del defenestrado presidente Otto Pérez Molina o al del gobierno de transición de Alejandro Maldonado Aguirre que, por lo visto, no parece estar gobernando sino esperando a que llegue el 14 de enero para a las 14 horas entregar del poder a quien resultó "más votado" el 25 de octubre. No.

A lo que nos hubiéramos estado refiriendo es a lo que aconteció la noche del domingo y que acabó decepcionando a los fanáticos que apostaban a un triunfo de los Mets de Nueva York en la recién pasada Serie Mundial de Beisbol.
Durante mucho tiempo Carlos y yo seguimos con atención y entusiasmo los juegos de las Grandes Ligas. Disfrutábamos los playoff y la Serie Mundial. Esos tiempos ya no son los de ahora y todo indica que el beisbol estadounidense es uno más de esos grandes negocios y fuente de riqueza de potentados millonarios para quienes lo que cuenta son las ganancias y nada más que las ganancias. Lo deportivo, la eficiencia y brillantez de tanto célebre jugador de antaño y equipos de gran calidad y probado deportivismo son cosas de un pasado que cada año se aleja más.

Pues bien, en esta oportunidad, los Mets llegaron a la Serie Mundial en medio de moderadas expectativas y sus más entusiastas seguidores aseguraban que podían derrotar a los Reales de Kansas City. Sin embargo, las cosas salieron al revés. En el quinto juego de la serie y justamente la noche del Día de los Santos Difuntos, los Reales se impusieron contundentemente. En contra de la opinión de los entendidos en estos asuntos, a mí me pareció que Kansas City estuvo muy lejos de lo que se esperaba y aunque ganaron cuatro de cinco partidos su desempeño no fue el de un campeón de la Liga Americana. Para los Mets el marcador fue abrumador. Siete carreras a dos resulta siendo para los neoyorquinos algo inimaginable que pudiera suceder en el Citi Field... en su propio terreno.

Algo igual o parecido puede pasar en política. En nuestro caso, el ahora gobernante "electo" no parece estar empezando a hacer las cosas bien.

Si cuando era candidato ofreció transparencia y honestidad, cómo va a ser posible que lo primero que proponga es que el Presupuesto General de Ingresos y Egresos del Estado se "apruebe" sin candados y que a uno de sus más cercanos colaboradores se le sindique de que plagió cuatro trabajos que le encargó el IPNUSAC. Esto, para el presidente "electo", al parecer, es "un mero rumor"; sin embargo, José Ramón Lam debe saber que, al igual que para Manuel Baldizón y Mariano Rayo, es algo que ética y profesionalmente, es tan inmoral como reprobable.

Si en lo deportivo quien dirige un equipo incurre en desaciertos de conducción o da indicaciones y toma decisiones que no son las oportunas y convenientes y sus integrantes comenten errores y fallas imperdonables, es imposible que las cosas salgan bien. En tales condiciones, para el presidente "electo" la moraleja es que nada termina bien si lo que se decide se empieza haciendo mal o no se rectifica a tiempo y sin vacilación.